miércoles, 29 de julio de 2009

Libremente enamorado

Cierra la profunda noche,
y reposa cansado dolor,
que hoy es por un instante
el blanquísimo temblor de un hombre
en la galería del amor.

Ya queriendo no hablar de recuerdos,
enciendo una lágrima,
y alumbro el desconsuelo
con la libre y limpia sonrisa
de lo imposible.

Porque lo triste del amor
es la dulce garganta astillada
por el cariño amargo,
y es tan grande la soledad,
que cabe en una promesa
semejante a un grano de arena
fugitivo en el mar.

No digas mi nombre,
que al fondo del día,
brilla la sangre de mi tristeza.

HUMBERTO ACEVEDO CORTEZ.

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