Cierra la profunda noche,
y reposa cansado dolor,
que hoy es por un instante
el blanquísimo temblor de un hombre
en la galería del amor.
Ya queriendo no hablar de recuerdos,
enciendo una lágrima,
y alumbro el desconsuelo
con la libre y limpia sonrisa
de lo imposible.
Porque lo triste del amor
es la dulce garganta astillada
por el cariño amargo,
y es tan grande la soledad,
que cabe en una promesa
semejante a un grano de arena
fugitivo en el mar.
No digas mi nombre,
que al fondo del día,
brilla la sangre de mi tristeza.
HUMBERTO ACEVEDO CORTEZ.
miércoles, 29 de julio de 2009
Libremente enamorado
Autor
Humberto Acevedo
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