EL POETA Y LA MUSA
Yo quiero a mí patria
por las milésimas de segundos
que juegan en los laberintos
emocionados de la risa:
La canción inalcanzable,
los recuerdos bañados en oro,
las calles de San Salvador
incapaces de guardar una nube,
y también por las dichas ufanas
de infelices dictadores.
La quiero como cuando uno se da una vuelta
por la casa de la novia,
y se regresa inventando la noche.
Yo quiero a mi patria
cuando descansa a la orilla de mi silencio,
alucinada por el mundo vivo
de los seres que soñamos
ser un corazón feliz.
Pero también la quiero
por los desmayados sueños de los muertos
que murieron a manos de asesinos,
por la risa muerta de los vivos,
y por la tristeza de saber que los traidores
caminan libremente la vieja celda de la herida.
Yo no quiero a mi patria
como la quieren los burócratas,
tiesa y altamente olvidada
en el escandaloso hierro forjado
de héroes insolentes y enfermos.
Yo no quiero una patria desecha en su mirada,
pudriéndose en sus miles de lágrimas,
yo no quiero una patria con hijos prohibidos,
sin voz para cantar
y con el himno embriagado por la soberbia.
Yo quiero una patria,
a mi patria,
como cuando descubrí
que mi niñez
me serviría de camisa
para toda la vida.
jueves, 18 de septiembre de 2008
YO QUIERO A MI PATRIA
Autor
Humberto Acevedo
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